Investigadores de la Universidad de Duke, en Estados Unidos, aseguran que las personas que durante la infancia recibieron mucho afecto de sus madres están más capacitados de adultos para hacer frente a situaciones de angustia, ansiedad y estrés, según los resultados de un estudio que publica la revista Journal of Epidemiology and Community Health.
Para ello, el estudio contó con un total de 482 personas, de quienes se analizaron sus recuerdos de cuando tenían ocho meses de edad para evaluar la relación de afecto que tuvieron con sus madres.
De este modo, los participantes en el estudio evaluaron «lo bien que lo había hecho la madre» con diferentes parámetros que iban desde una actitud «negativa» a una «exagerada». La mayoría (85%) demostró unos niveles normales de afecto y sólo uno de cada diez calificó la relación poco afectiva.
El estudio se completó con una posterior evaluación psicológica de su salud mental a los 34 años, analizando posibles situaciones de ansiedad o angustia. Así, detectaron que aquellos con un mayor afecto materno eran los que presentaban los niveles más bajos de ansiedad, mientras que quienes no guardaban un recuerdo agradable de sus madres reconocían más momentos de malestar general de adultos.
Los autores concluyen que sus hallazgos demuestran que las experiencias vitales de pequeños pueden influir en la salud del adulto, siendo el afecto maternal el que proporciona seguridad y confianza, permitiendo también desarrollar una vida social más amplia.
Last modified: 12 junio, 2021