Hace más de año y medio, mi niño que en ese entonces contaba con poco más de 2 años me dijo: “Mamá quiero un gato”, ¿De dónde saco la idea? no lo sé, en casa de la abuelita hay un par de perritos pero nunca habíamos convivido con un gato.

Yo animalista de corazón y que toda mi vida he convivido con animales (principalmente perros) me entusiasmó la idea, en ese momento no se podía puesto que en el departamento donde vivíamos no eran aceptados los animales, pero cuando nos mudamos otra fue la historia.

Al mes de que nos cambiamos de casa, empezamos con el proyecto encontrar nuestro gato ideal y fue así como decidimos ADOPTAR a un peludo.

Por supuesto había diversas opiniones entre amigos y familiares, que si el niño era muy pequeño, que la higiene, que la alergia, pero quisiera contarles los grandes beneficios que obtuvimos.

Adoptamos a Newen en Diciembre del 2011 un hermoso y jugueton gatito, que nos dio muestras infinitas de amor, jugaba en todo momento conmigo, con el niño y fue entonces cuando empezó mi tarea de mamá; enseñar a mi hijo a ser menos brusco, a tratarlo con respeto y muy importante el niño obtuvo una responsabilidad, el a partir de entonces es el encargado de darles de comer, está al pendiente de que su plato este lleno y de que su agua este limpia y fresca (bajo supervisión mía por supuesto).

Nosotros éramos una familia de 2 pero al integrar a nuestro gatito aprendimos a responsabilizarnos y a cuidar juntos de alguien más.

Como saben un animalito requiere de cuidados médicos, así que entre nuestras actividades se encuentra el visitar al veterinario, vacunas, desparasitaciones, esterilización, en este proceso Rodrigo (mi hijo) siempre está presente y tuvimos un logro más: Empatia, el va en el camino al veterinario hablándole a sus gatitos, diciéndoles que es por su bien, para que no se enfermen y los consuela diciéndoles que son muy valientes al dejarse vacunar.

También mi niño ha entendido que los animalitos son seres vivos, que requieren cuidados, No son un juguete, ha comprendido la importancia del respeto.

Es común escuchar a Rodrigo pedirles que no tiren la basura y felicitarlos cuando llegamos a casa y “se portaron bien” cuando no la tiraron, es común también que cuando llegamos y la basura esta tirada Rodrigo los reprenda diciendo: Te dije que no tiraras la basura por que no me hiciste caso? No te preocupes te voy a perdonar pero no lo vuelvas a hacer. Equilibrio

Pero… Y la salud? Contrario a lo que algunas personas piensan, los niños que conviven con animales fortalecen su sistema inmune, científicos finlandeses, llevaron a cabo un estudio titulado: Respiratory Tract Illnesses During the First Year of Life: Effect of Dog and Cat Contacts, publicado por la revista especializada de la Academia Americana de Pediatría (AAP por sus siglas en inglés). En este estudio se pudo observar que los niños que convivieron con perros o gatos durante el primer año de vida padecieron menos gripes, otitis e incluso gastroenteritis.

Llevando esto a nuestra situación, he de decirles que a causa del reflujo que padeció mi niño al ser bebe era común verlo con fluido nasal, a pesar de tomar medicamento, era muy constante, hasta que llego Newen con nosotros, a la semana el fluido desapareció, y ahora es ocasional que vuelva a tenerlo sobre todo en tiempos de frio pero dura menos y tarda meses en volver a aparecer.

Para mí los beneficios de contar con nuestros mininos son muchos y muy relevantes para la formación de mi hijo, pero si es importante resaltar, no es el darles a nuestros hijos un perro o un gato y dejarlos ahí a la buena de Dios, se trata de un compromiso conjunto, en donde los padres somos  responsables de guiar y orientar a los pequeños en los cuidados y trato hacia los animales, es supervisión constante y es acompañar a nuestros hijos en la maravillosa aventura de conocer a ese pequeño ser del que todos los miembros de la familia somos responsables.

Cito a Dieter Krowatschek en su libro Los niños necesitan animales de compañía dice que “los animales a menudo demuestran ser mejores que los seres humanos. Ayudan a desarrollar la responsabilidad y la autonomía, y se comportan de manera equilibrada, sensible, alegre, atenta y cariñosa. Es imposible pasar por alto una influencia tan positiva. Incluso entre los adolescentes, que se encuentran en una fase de desarrollo en la que se sienten incomprendidos y ven a sus padres cada vez más inaccesibles, los animales actúan de manera estabilizadora”. (Plataforma Editorial, Barcelona).