La comunicación con los niños que tienen enfermedades y lesiones comunes puede llegar a convertirse en todo un reto. Los padres a menudo nos sentimos inseguros sobre qué hacer o decir para calmarlos y consolarlos. Y con razón decimos que preferimos verlos correr y brincar por toda la casa antes de verlos tan quietecitos, postrados en su cama.

Los especialistas recomiendan recordar que ahora es el momento de conservar la calma. Una inspiración profunda ayudará. Puede que sea una situación de un par de horas, o extenderse a lo largo de una semana. Por esto, la mejor forma de comunicarte con tu hijo enfermo es mantener la calma y no transmitirle tus propios miedos e inseguridades.

Los niños enfermos tienden a hablar más fuerte cuando están sufriendo. Esto puede desconcertarte y mal predisponerte, pero no debes dirigirte del mismo modo. Ten en cuenta que sus posibles reacciones agresivas solo se deben al temor que les genera su enfermedad. Cuanto más comprensiva te muestres, tu hijo se relajará y podrá transmitirte sus necesidades. Solo recuerdale que es una situación pasajera, y que pronto se sentirá mejor.

Si la enfermedad se pudiera haber evitado (por ejemplo, un resfrío por no usar su abrigo) conviene que hablen del tema sin reproches de por medio. Usar una frase del estilo «lo bueno es que ya sabemos que pasa cuando no nos abrigamos bien» en vez de un «esto te pasa por no hacerme caso» predispondrá a tu niño a sacar una lección de su enfermedad.