Que su pequeño y adorable cuerpo no te engañe: Tu bebé suda y suda mucho. Principalmente, a través de su cuero cabelludo. Al mismo tiempo, y por no tener su producción sebácea regulada, se forma la poco agradable a la vista costra láctea. La buena noticia es que esta disfunción de las glándulas sebáceas desaparecerá con el correr de los meses.

Lavando el cabello de tu bebé

La piel de la cabeza de tu bebé más su cabello fino hacen que sea inconveniente lavar el cabello de tu bebé todos los días. Lo adecuado sería hacerlo cada 2 ó 3 días y con el producto indicado por su pediatra.

Con el paso de las semanas, irás descubriendo el horario que mejor le sienta a tu bebé para ser bañado. Algunas mamás encuentran más cómodo bañar a su bebé luego de la siesta que toman después de alimentarse. Otras, prefieren hacerlo a mediodía o esperar hasta que ellas misma so el papá llega del trabajo, para que sea una tarea compartida y disfrutada por todos.

Métodos para lavar su delicada cabecita hay muchos. Es mejor tener todo a mano, acceso a agua templada/tibia y colocando apenas una gotita de champú, esparcirlo por toda su cabecita y proceder de inmediato a su enjuague. Como en toda situación en donde te encuentras vulnerable con un bebé mojado y/o resbaladizo en brazos, ninguna otra tarea debe tenerte con el pendiente (la comida, atender la puerta, etc.) Así es como evitamos cualquier posible accidente.

En todo momento, evita que el agua, y mucho menos el champú, caigan sobre los ojos o cara de tu bebé.

Terminado el lavado, seca suavemente la cabeza de tu bebé, sin frotar fuertemente, con una toalla que sea exclusiva de su uso y de algodón absorbente. Y bajo ningún punto de vista, intentes retirar la costra láctea: Esto podría llevar a lesiones y a infecciones indeseadas.

Una vez seco, cepilla con un cepillo de cerdas suaves. No coloques ningún gorrito hasta asegurarte de que su perfecta está perfectamente seca.